lunes, 18 de junio de 2018

LA IDA



Antes de partir



Lunes por la mañana. 08:02 fui donde la inspectora general (que más que inspectora, es Iris; mi colega amiga) y le ofrecí disculpas por no haber participado el viernes de la actividad del día del padre; y por algún eventual tono de voz desagradable.

-No te preocupes, Dani. Se entiende que en estas fechas de conmemoración es difícil para los que están a la distancia.

-Si, es verdad. Además que mi padre no ha estado muy bien; entonces en ese contexto no soy el alma de la fiesta.

-¿Sabes Dani? A veces pasa que las personas se van antes de partir.

-¿Es decir que solo queda el cuerpo laburando por ahí?

-Exactamente. Después que hablamos el día viernes, me quedé pensando “¿se nos fue la Dani? ¿La perdimos?”

-No lo había pensado, fíjate. Interesante. Le daré vueltas al asunto.

Y ahora que lo pienso, tiene mucho sentido. Hay un pasaje del Evangelio donde Jesús dice “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Entonces la pregunta es ¿Dónde está mi tesoro? Y resulta que la respuesta no es clara, pero sí tiene un haz de luz que me dice donde no está: ya no está en la Patagonia. Se ha ido con la crecida del río. Tal vez esté congelado en algún lugar, oculto por la nieve; quedando como evidencia para las futuras generaciones de que alguna vez existió.

Se ha extraviado mi tesoro. No es que no exista; no es que no lo sienta: solo que no sé dónde está. Escucho su voz, siento su calor, pero no sé de donde proviene. Ayer, mirando la lluvia dominical, pude sentir su cálida presencia: esa alegría sin motivo. Existe, pero no sé dónde está.

Debido a esto, he dejado de lado las planificaciones, los planes y programas, los cinco minutos de anticipación a todo evento: todo parece irreal, fluctuante, ligero; en el límite de gravedad cero. Es un desprendimiento fácil, que no pesa, que no me agota. Me he ido tantas veces de tantos lugares; y cada vez es tiene un factor que lo hace un tanto diferente: el eterno retorno nietzscheano. Es interesante observar como todo es cíclico, como se repite una y otra vez, como una lección que nunca acaba, pero en la cual siempre se avanza.


Se ha extraviado mi tesoro, como el unicornio azul de Silvio Rodriguez. Sin embargo, en el fondo siempre sabemos hacia donde apunta la brújula, solo que nos cuesta verlo. Tenemos una brújula como la de Jack Sparrow, que no apunta hacia el norte, sino hacia lo que más desee la persona que la sostiene. Saber donde no buscar, ya es un buen comienzo.


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