martes, 15 de mayo de 2018

EN LA MISMA VUELTA PLANETARIA


17 años después



“¿Qué wea’ nos pasó?” fue  lo que nos preguntamos 17 años después; cuando el punk rock y las salidas a la playa ya no formaban parte de nuestro cotidiano.
Hace 17 años  – la mitad de nuestra vida actual, la mitad de nuestro camino recorrido- pensamos que el futuro era el hoy. Sucede que el hoy se ha prolongado y vivimos lo que pensamos seria el futuro.



¿Qué nos pasó, flaca? Pasó que evolucionamos intelectualmente, laboralmente, pero no emocionalmente. Pasó que la realidad adulta, fría y pragmática nos dio una bofetada en nuestro galáctico corazón tomecino. Pasó que siempre creímos, siempre confiamos, siempre esperamos: y en esta selva esas actitudes no llevan a buen puerto. Pasó que leímos demasiado (todos nuestros ídolos ya estaban muertos): la realidad no está en los libros, es por eso que los escritores la crean, como vía de escape.



Pasó que fuimos de los 90’. Nos dijeron que en el 2000 se acabaría el mundo, y les creímos. Nos dijeron que “lo esencial es invisible a los ojos”, y les creímos. Nos dijeron “Chile, la alegría ya viene” y les creímos. Nos dijeron que las emociones y la sensibilidad eran hermosas y sublimes en una persona, y les creímos. Nos dijeron que era mejor ser inteligente que cabrona, y les creímos. Nos dijeron que nos querían, y les creímos. Nos dijeron que mañana estaría nublado variando a chubascos, y les creímos.

Pasó que vivimos en el undergroud, y recién ahora nos damos cuenta que estamos y existimos en la superficie: hemos salido de la platónica cueva, pero la luz que nos rodea nos incomoda. Las sombras no eran personas, sí, pero esa creencia nos protegía de la realidad. Es difícil acostumbrarse a la radiación solar y a los cuerpos palpables, que interactúan, que tienen sus lógicas y leyes de gravedad: no para todos las cosas tienen el mismo peso; no todo se atrae con la misma fuerza e intensidad. Las leyes de la física varían según el ente en cuestión.

Pasó que el humo y la vaguada costera se disiparon de nuestros cerebros. Despertamos a un futuro extraño y nos cuesta comprender sus lógicas y ritmos. Se acabaron las cervezas, se acabaron las tocatas. Pedimos a gritos otra canción, pero la banda ya se ha ido. Se apagaron los micrófonos, el amplificador está en off y  las guitarras guardadas.

Nos veremos en un pub de jóvenes profesionales, con un jazz, bossa nova o rock noventero de fondo. Nos veremos en un café en el centro de la ciudad. Saldremos solo un día en el fin de semana, pues ya es imposible carretear ad infinitum. Nos saludaremos el lunes en la mañana, deseándonos un buen día en ese trabajo que ya no nos causa placer. Hablaremos de créditos, ropa, hipotecas, inversiones, fen shui y comentaremos las técnicas de nuestros psicólogos. Compararemos a los hombres de nuestra vida, evaluaremos similitudes y diferencias, contaremos nuestras historias, hablaremos de maternidad, del rol de la mujer moderna, de cuantas cremas usamos en el rostro y compartiremos los productos y recetas naturales para un buen cutis. Anotaremos en nuestra mente todo lo que nos digamos: nos creeremos.

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