jueves, 23 de octubre de 2014

Vida browniana

 Desde agosto que estoy leyendo Rayuela. Hace muchísimo tiempo que quería leerlo, pero no tenía dinero para comprarlo y en las bibliotecas públicas nunca lo encontré. Ahora que tengo dinero, no hay librería en mi ciudad. La vida a veces suele ser cruel.
Recuerdo que un día le dije  a mi sobrino Vicente – que sacó los genes lectores familiares – que un día alguien me regalaría este libro. Confieso que no son adepta del pensamiento positivo ni nada por el estilo; pero sabía que ese libro llegaría a mí; yo  ya había llegado a él, pero faltaba la aproximación final. Y fue así que en agosto del 2014, en pleno futuro, recibí de manos de mi más reciente amiga, la magia cortaziana.




Leí tranquila y hedonisticamente. Ya pasé el capítulo 54 hace meses. El resto lo leo cuando realmente quiero sumergirme en el libro y en el universo Cortázar. Y esto del movimiento browniano me tiene loca. Es tan real, tan fidedigna la propuesta de Julio!. La vida es un infinito movimiento browniano. Es increíble cómo términos biológicos se pueden aplicar a la vida diaria, metafóricamente, pero no menos real.
Andamos así, en el vaivén de la vida. Muchas cosas que vivimos en la actualidad, ya las experimentamos  en el pasado; pero siempre se convierten en algo nuevo: nuestra memoria es corta o las distancias son muy extensas, no lo sé.
Lo del futuro siempre es nuevo y extraño.  Generalmente nunca se relaciona con cosas que hemos vivido: el misterio es uno de los mayores desafíos. Este libro me parece fantásticamente infinito, como las sensaciones, como los recuerdos, como los amores, como el camino; como los vaivenes de la vida, como encontrarse con los mismos árboles en diferentes lugares del camino. Bendito Cortázar, la Maga, Horacio, Traveler y todos los demás.

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