Los hombres de la tierra saben de esto: de comenzar nuevos ciclos
en épocas inhóspitas, de comenzar y recibir cambios naturales cuando todo es
cenizas en el aire y escarcha en el suelo.
Que esta renovación ancestral, que esta dádiva de los dioses
la recibamos como un presente amoroso, como una renovación interna y completa:
todo lo que somos se transforma, como lo canta el buen Drexler, nada es más
simple, no hay otra forma, nada se pierde;
todo se transforma. Que esta metamorfosis nos traiga todos los amores: fileo, eros, agape, storge: o mejor aún:
todos en uno. Que la lluvia, con su fría belleza, nos limpie de todo lo que
debemos despojarnos. Que podamos apreciar en lo cotidiano las dádivas del
Eterno y encontrarnos con la naturaleza, con nosotros mismos y con el otro; del
cual sin querer nos aislamos. Así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario