miércoles, 21 de octubre de 2020

Madre no se nace, se hace.

 



 

Tuve una profesora que, ante temas complejos, siempre terminaba el asunto con la sentencia “existe una diferencia entre lo real y lo ideal”. Siempre sonreía cuando la escuchaba decir eso, porque consideraba – dentro de mi practicidad cotidiana -  que tenía toda la razón.

Durante mi periodo de gestación, tenía muchos deseos o prácticas como ideales a realizar una vez que naciese mi hija; como por ejemplo, usar pañales ecológicos, lactancia materna exclusiva desde el primer día, no usar tete entre otras que aún no descubro. Sin embargo, resulta que la realidad me ha dado una bofetada a lo que había idealizado como una práctica, pues todas estas prácticas me resultan en este momento románticas e inhibidoras de mi existencia como individuo: me resulta opresor perderme o anularme como mujer en pro de los pañales ecológicos o más abrumador, dejar de existir debido a la lactancia exclusiva. Lo he intentado dos días, y han sido dos días de auto anulación, donde me he reducido a estar sentada viendo el día pasar, mientras mi hija succiona mis senos y juega con ellos. La amo, y quiero que se alimente de la mejor manera, pero me cuesta conciliar eso con la necesidad de mantener mi ser y mi cotidianeidad: no quiero anularme ni perderme en ser madre para dejar de ser mujer. Quiero creer que ambas no se contradicen ni son diametralmente opuestas, que puedo alimentar a mi hija de manera mixta y tener un tiempo para mí; que la naturaleza me perdone por producir tanta basura con pañales desechables; ¡que mi hija me perdone por ofrecerle la quimera de un tete de plástico, aunque sea el mejor del mercado, solo le pido que entienda que estamos en un proceso en que nos estamos conociendo y asimilando en nuestras vidas, que su existencia me estremece y me conmueve, pues esta responsabilidad vital me hace temblar y me impulsa a abrazarla para protegerla, porque definitivamente es otro tipo de responsabilidad, incomparable, vital, mortalmente seria. También es otro tipo de amor, que aún no tengo palabras que puedan explicarlo, pues lo estoy descubriendo al mismo tiempo que me estoy descubriendo como madre. Tal vez madre no se nace, se hace; como podría decir Simone de Beauvoir. Desde el punto de vista positivo, me encantaría “hacerme madre” y no responder al estereotipo de la mujer que “nace madre” solo por el hecho de ser mujer, ni ser una mártir con los senos ensangrentados que luce orgullosamente la anulación de su existencia. Quiero creer que ambas podemos coexistir en amor; y cada vez que deba priorizarla, pueda hacerlo con amor y no como una mártir romántica que en el fondo le duele su elección, ni guardar resentimientos que años después se los diré en momentos de rabia e impotencia. Quiero que aprenda de mí que debe ser mujer antes de todo, no anularse, ni autoflagelarse emocionalmente solo para responder a un estereotipo; pero al mismo tiempo, que actúe con amor y libertad en cada una de sus decisiones en lo cotidiano, que es verdaderamente donde nos movemos y existimos.

No hay comentarios: