jueves,
5 de abril de 2012
¿Entonces es así? La vida de adulto. Nadie me avisó
cuando entré. Parece que paré en los 23. Después de los 23 no tuve consciencia
de que el tiempo avanzaba. Yo no estaba más adulta, solo eran los niños que
crecían. Mis cumpleaños no tenían un sentido cronológico para mi, incluso
dudaba cuando me preguntaban la edad. 24?25?26? 27? ¡Dios mío! 27!. Hoy en día
tengo dificultad en pronunciar mis 28; no porque me sienta “vieja”, o porque me
aproxime a la casa de los 30, sino porque estoy en un punto neutro, gravedad
cero.
Fue por estos días que descubrí que soy una adulta.
No por algún hecho en específico, sino por una seguidilla de acontecimientos
que me han hecho ver la vida desde otra perspectiva. En primer lugar, un
desprendimiento del romanticismo. La cruda realidad me dio una bofetada en mi
pequeño rostro, que incluso me hizo olvidar las espinillas que me duelen,. Las
espinillas mayores reventaron en el corazón, en forma indolora. Fue un tiro, un
tiro y nada más. Muerte rápida e indolora. Gravedad cero.
El otro suceso fuiste tú. Si, tú (“él “para el
lector). Años y años de amorosa imposibilidad, de promesas, de utopías y todas
esas cosas de personas enamoradas que sufren y desean lo imposible. Fue una
novela, un drama francés. Tuve un amor, mi mejor amigo, y ahora que puede ser
“más que un amigo”, resulta que estamos des/enamorados. 70% es tu
responsabilidad, 30% la mía, seamos sinceros. Años de suplicio, ya hora que
estamos en el momento y en el lugar correcto, resulta que no hay pasión. Sin
embargo, poder hablar contigo de todo con tanta sinceridad, sin reservas; estar
siempre a la par me sorprende. Gravedad cero.
Y estamos aquí. Soy capaz de continuar la amistad
justamente porque estoy flotando, desprendida totalmente de todo lo que un día
me atrajo a la tierra. Desprendida de mis ideales, de mi credulidad
humanística-amorosa, con una fe renovada (no me gusta esa palabra “renovada”, mas
ok), con una incertidumbre de no me apresura, con una disponibilidad y
flexibilidad a flor de piel, con unas ganas locas de que me pololeen, de dar
unos besos, no en cualquier mortal, claro; pero sentir la tibieza de unos
brazos que te rodeen cosas de mujeres, de sentirse protegida, amparada, esas
cosas.
Gravedad cero. Podría recomenzar contigo o con
cualquiera que me conquiste y tenga las armas para tal. No, no; no me estoy
creyendo la guinda de la torta, necesariamente, pero cada oveja tiene su
pareja, cada mino tiene sus cualidades, y cada mina tiene una forma de ser
conquistada. Yo tengo la mía, y es nerdicamente particular. Conquista
underground. Un a buena conversación, un ser simpático, inteligente, que
cultive sus pensamientos antes que sus músculos, que prefiera Woody Allen antes
de un Steven Spielberg, una bossa nova antes de un reggaeton, un rock o pop
británico antes de cualquier cultura pop de mercado. Un buen libro antes de
todo.
Para quien me conoce, me presento nuevamente: Soy
Daniela Vidal (Dani para los amigos) moradora de Entre Trópicos, en la avenida
Gravedad Cero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario