domingo, 23 de agosto de 2009

Numeros e sonidos

Recuerdo que aquél día estaba en el supermercado comprando algunas cosas que mi madre habia pedido para el almuerzo, allá en mi pequeña y fría ciudad de Tomé, en la costa sur de Chile.
Mientras esperaba que la fila avanzace, miraba como la cajera pasaba los diferentes objetos que las personas compraban. La máquina que analizaba el producto lo reconocía por sus números, y al reconocerlo emitia un sonido. En ese momento el aire marino me hizo pensar que – al igual que los objetos que estaban siendo comprados- nosotros no pasamos de números y sonidos. Para el sistema en el cual vivimos, nuestro registro es sólo un número que al ser identificado emite un sonido. De pronto comenzaron a venir decenas de imágenes a mi mente: las veces que estube en el banco, el uso de internet, mi cédula de identidad, mi pasaporte; y por mas que intentase huir del sistema para que él no me identificase ni me comandase en forma completa, no pude evitar sentir una violación a mi identidad y privacidad.
Me sentí observada, controlada, limitada, incapaz de mantener mi individualidad y mi libertad. ¡ Dios mío, somos números y sonidos!. Lo que importa no es mi nombre ni lo que yo pueda decir de mi, sino que lo realmente importante y tenido como verdad es lo que la máquina registra de mi número 15.614.525-4. Sin números no existimos en esta sociedad. Estuve tantos años huyendo de matemática y ahora los números nos consumem y nos controlan. Un solo error en ellos y la verdad muda completamente.
En realidad no importa mucho lo que podamos decir de nosotros mismos , lo que realmente cuenta es lo que los números dicen de nosotros. Cuando voy al banco, no es relevante mi vida, mi estatus social y ni siquiera si tengo la posibilidad de adquirir un u otro crédito; lo que importa es que existe un número que emitió un sonido que proporcionó un libre acceso para cualquier trámite bancario.
Por otro lado, si el sonido es negativo, mi vida y mi poder individual son limitados completamente. No puedo comprar ni adquirir nada legalmente, porque un sonido me lo niega. De hecho, mi visa acaba en agosto, pero mis estudios no. Lo importante no son mis estudios, sino los números que están registrados en mi pasaporte. Tendré que salir del país antes que el sistema me cante un “mal sonido” y antes que los números me encuentren y me denuncien. ¡ Huyamos de los números!. Esa parece ser una alternativa para mantener nuestra libertad, privacidad e individualidad, pero no es posible; el sistema nos absorve y nos controla.
Mientras concluía todo esto, la fila ya habia avanzado lo suficiente y mi turno habia chegado. La muchacha que estaba en la caja me pregunto: “¿Paga con efectivo o con tarjeta de crédito?”, a lo cual respondi dando una leve sonrrisa: “Pago en efectivo”. Vamos aprovechar las instancias de tener un contacto fisico y personal que esté fuera de los números. Al final de cuentas estoy hablando con una persona y no con una máquina.

No hay comentarios: